RAVE
Rave significa, literalmente, delirio, desbarre o desvarío. Pero su significado
actual tiene su origen en Jamaica, donde a las sesiones de baile (dancehall) se
les denomina ravings. De allí, el término saltó a Gran Bretaña, y comenzó a
llamarse raver a la persona que iba de fiesta en fiesta, y rave a la fiesta con
música techno que se montaba (casi siempre de forma ilegal) tras el cierre de
los clubes, por lo general en hangares abandonados o en descampados, y más tarde
en playas, calles, castillos y los lugares más insospechados. Toda esta eclosión
se produjo en el cambio de década de los años 80 a los 90, y tuvo como principal
escenario la autopista M25 que circunda Londres, por la que se desplazaban los
jóvenes technoheads británicos, buscando los lugares en los que se instalaron
las primeras y míticas raves que tenían nombres tan atractivos y neo-hippies
como Energy, Sunrise, Back To The Future, Joy o Live The Dream. Haciendo uso de
sus móviles (una de las primeras aplicaciones de la telefonía portátil), los
ravers se comunicaban entre sí para poder informarse de dónde se celebraba la
fiesta, que a las pocas horas era descubierta e invadida por la policía. El
encanto de lo prohibido incrementó el atractivo de las raves, que empezaron a
generalizarse también en Europa. La música que podía escucharse en estas fiestas
era una mezcla de techno (más bien tirando a hardcore), scally pop (Primal
Scream, Stone Roses, The Farm, Happy Mondays) y acid house. Del "Rave Generator"
de Toxic Two al "Voodoo Ray" de A Guy Called Gerald, pasando por "Strings Of
Life" de Rhythim Is Rhythim, "French Kiss" de Lil´ Louis, "Pacific State" de 808
State o "Activ8" de Altern 8, éstos fueron los grandes himnos de la primera
generación rave. Pero sería imposible definir el auténtico espíritu de la
palabra rave. Como se decía en el flyer de la rave Nasa, que tuvo lugar en 1992
en Nueva York: "No trates de interpretar o explicar la palabra rave a alguien
que no haya experimentado el éxtasis que supone estar en perfecta armonía con
todos los que te rodean, el sentimiento de poder bailar en medio de un montón de
caras sonrientes, el impacto de un disc-jockey que te puede llevar en un viaje
mental desde las más profundas y oscuras cavernas del trance hasta las más altas
cimas de la utopía espiritual". Era, desde luego, un renacimiento del espíritu
hippie (paz, amor, unidad), que en realidad escondía tras de sí una mentalidad
totalmente basada en el más puro hedonismo, en ese "bailemos mientras caen las
bombas" del que hablaban los nuevos románticos
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